Hasta el momento hemos visto como se legaliza un vicio, se socializa y se convierte en algo común y corriente y para quien lo legaliza le corresponde una tajada del negocio que recibe sobre un tecnicismo llamado impuestos y esto como sucede en Colombia son revertidos a un sector donde nadie pueda negar el altruismo del estado a la educación de los niños o a la salud, algo indiscutible.

Así, como el cigarrillo, el alcohol también se socializo, nuestros primeros opresores venidos de ultramar tuvieron problemas con el impuesto, esto le costó a la corona española que se gestara la protesta de los comuneros debido al exceso de impuestos entre ellos al impuesto al aguardiente y que dio origen a que se gestar la rivalidad entre los españoles de la península y los españoles criollos, debido el levantamiento comunero donde el pueblo se sublevo, fue correctamente cercenado por los gobernantes de turno y donde se envió un mensaje de terror, al descuartizar el cadáver de José Antonio Galán.

Esta bebida que hace que el hombre se sienta un rey, a medida que consume se convierte en un divertido mono y al final termina como un cerdo revolcándose en el suelo en sus vómitos y heces, pero eso es un comportamiento justificado con la palabra “pobre borrachín”.

Las implicaciones sociales y económicas que este vicio socializado trae a las personas que lo consumen a diario y se vuelven adictas a ella son nefastas como se pueden apreciar en las estadísticas de violencia intrafamiliar.

Fumar y beber es un placer mundano, son pocos los que no han tenido el placer de practicar uno de ellos, son los que huelen a Santos y son los llamados a ir al cielo, de resto si le preguntamos a cualquiera que les ha pasado con su práctica, encontraremos un sinfín de historias que nos dejarían pensando.

En este aspecto hemos sido más avanzados que los gringos, antes se tomaba chicha, una bebida de procedencia indígena en base al maíz, pero según los fundadores de Bavaria, esa indígena bebida embrutecía al pueblo en cabio su bebida era para “hacer amigos” y así se inicio una persecución contra los productores de la autóctona bebida, hasta que se acabo la chicha de los “siete estados” y reino la bebida alemana denominada BAVARIA, la guerra fue como todas las guerras empresariales de este país a la sombra de las fuerzas del orden.

En cambio en los Estados Unidos se libro una guerra que se puede resumir en el nombre de un legendario empresario que se enfrento al estado por vender este preciado líquido embrutecedor denominado Whisky y conocido como ALCAPONE. Ya sabemos su historia y como termino esta Alcapone viviendo en un mundo irreal y el estado americano cobrando impuestos sobre la bebida y familias prominentes beneficiadas de este negocio.

Así, tenemos ya una visión de dos vicios legalizados que proveen a la economía ganancias exorbitantes al permitir su consumo sin que ninguna autoridad los persiga, el ingenuo pueblo lo consume ante el marketing desarrollado a través de todos los medios de comunicación y son los vicios que patrocina el deporte… hasta aquí podemos analizar cómo se mueve el efecto empresarial para legalizar un vicio…

Espere la próxima entrega

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